En octubre de 1780 Francisco de Goya volvió a Zaragoza para pintar por segunda vez en la basílica de Nuestra Señora del Pilar. Francisco Bayeu (cuñado de Goya y pintor más influyente que este por aquella época) era el encargado de decorar las bóvedas y cúpulas en torno a la Santa Capilla, y propuso a su hermano Ramón y a Goya pintar cada uno dos de las cuatro capillas.
Cuando Goya terminó de pintar la cúpula y las pechinas de la capilla de San Joaquín, denominada Regina Martyrum, la junta que dirigía las obras y el mismo F. Bayeu no aprobaron la forma de pintar con trazos rápidos y grandes brochazos, en contra de la tendencia clásicista de la época. Así Goya sólo pintó esta capilla y nunca más volvió a pintar en el Pilar.
Con el tiempo, esta obra se ha considerado una obra maestra, resumiendo la producción del final del barroco y el rococó.
Cuando Goya terminó de pintar la cúpula y las pechinas de la capilla de San Joaquín, denominada Regina Martyrum, la junta que dirigía las obras y el mismo F. Bayeu no aprobaron la forma de pintar con trazos rápidos y grandes brochazos, en contra de la tendencia clásicista de la época. Así Goya sólo pintó esta capilla y nunca más volvió a pintar en el Pilar.
Con el tiempo, esta obra se ha considerado una obra maestra, resumiendo la producción del final del barroco y el rococó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Llegados a este punto espero que comentes algo, bueno o malo, pero nada de indiferencias. Gracias!!